EL HOMBRE DEL PERIÓDICO

Las cosas empezaban a aburrirme. Era cierto que podía llegar a ser muy exigente pero es que últimamente los hombres no estaban dando la talla. Vale, venga, no me voy a poner en modo hembrista; es probable que si me gustasen las mujeres estaría opinando lo mismo de ellas. Lo que quiero decir es que hay una ingente cantidad de personas en el mundo; ahora bien; cuando buscas a alguien que valga la pena... ¡uff! eso escasea más que agua en el desierto. Y ahí me encuentro yo, tratando de aprovechar las últimas gotas que le quedan a mi cantimplora emocional antes de meterme en un convento.
Debo reconocer que las relaciones serias y formales no son lo mío ¡a mí me gusta mucho reír! Soy de esas chicas que pueden reír a mandíbula batiente sin importarle el cuándo ni el dónde. Y claro, esa faceta no es de lo más común. O por lo menos es lo que me dicen los tíos. ¿Debería importarme? Puede ¿Me importa? No.
Eso me lleva a estar tratando de recoger migajas en lo que a temas de alcoba se refiere. Sí, sí, digo bien usando la palabra migajas porque hay hombres que si echan uno es con dificultad, otros ni aprecian la lencería que con tanto esmero te pusiste, otros si no es el perrito nada, y algunos hasta necesitan tener siempre la luz apagada... que los hay de muchos tipos y yo no digo que la variedad sea mala pero ¿dónde encajo yo? ¿no puede haber alguno que me satisfaga? Porque esa es otra, a mí no me interesa encontrar un hombre que me ponga un anillo en el dedo a la semana siguiente de nuestra primera cita. Se suele decir que los hombres pueden tener sexo sin compromiso y no importarles ¡un cuerno! no todos son así. Claro, que yo sigo perseverando como si estuviese en las rebajas; con la firme idea de que si rebusco a fondo encontraré alguna ganga.
Estos dilemas hicieron que me plantease el hecho de meterme en aplicaciones geosociales para dar ese empujón que me faltaba. Porque hay veces que entre el trabajo y el ajetreo de la vida cotidiana olvidamos tomarnos nuestro respiro... nuestro Kit Kat.
Ya he conocido a varios galanes en las redes que resultaban no serlo tanto cara a cara. Con algunos se podía hacer excepción... con otros... yo no soy capaz. Lo bueno de esto es que de todo se aprende y así una también se va forjando.
En conclusión, yo no estaba encontrando nada que me hiciese tocar el cielo con ambas manos y palmas abiertas. Hasta que un día, como otro cualquiera, en la consulta del médico ojeé un periódico y me encontré con una columna que me resultó inquietante. Quizá no por el texto en sí sino por la foto de un hombre medio oculto. La curiosa que llevo dentro dio rienda suelta a su sueño frustrado de ser detective privada y se puso a indagar en San Google.
Cuanto más buscaba menos encontraba y eso aumentaba la expectación ¿quién demonios sería ese hombre?
Aquella noche, bajo mis sábanas de franela di pleno consentimiento a la fantasía de sentirlo sobre mí, de estar bajo el peso de ese cuerpo torneado para dar placer, de esas manos que recorrían mis escondrijos y los hacían relucir... quería enfocar su rostro; no obstante, a medida que el clímax se acercaba yo solo conseguía poner forma a esa mandíbula ancha... la misma que había podido intuir en la foto del periódico.
  ... Continuará ...

Comentarios

Entradas populares