UN POLVO ES UN POLVO (segunda parte)

¿Os habéis leído la primera parte de un polvo es un polvo? Si la respuesta es NO os aconsejo que hagáis una parada en el post anterior...si es SÍ ¡Continuad y disfrutar del final del relato mis pequeños grandes viajeros de lecturas!
Modelo: kfp


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Que nadie me pregunte exactamente cuánto tiempo pasó hasta que decidimos ir a un hotel conocido que estaba en la avenida de Xoán XXIII. Entramos en el hotel, os juro que me moría de ganas de abalanzarme sobre él y dejar que me empotrarse contra la pared. Sabía por su entrepierna que su deseo estaba más que encendido para mí pero prefirió alargar la agonía ¡ y tanto que lo hizo!

Seguía hablándome muy cerca y su aliento erizaba mi piel, no sé ni que decía mas sus susurros taimados eran gasolina para mí. Encendió la televisión y metió un pendrive, no sé ni de dónde lo sacó ni tampoco me interesaba saberlo. Yo seguía sus movimientos cual animal paralizado ante su depredador. Mis ojos se agrandaron cuando en la pantalla apareció una pareja desnuda que se tocaba sin pudor alguno.

Él se volvió a poner a mi espalda y con la yema de sus dedos me rozo la nuca y luego la clavícula... Cuando mi ropa comenzó a estorbar la hizo desaparecer sin grandes miramientos. Yo no podía quitar la vista de la pareja que ahora estaba haciendo un sesenta y nueve. La sangre comenzaba a agolparse en mi entrepierna y suponía que mis labios debían de estar húmedos e hinchados por el deseo y la expectación; por momentos; me daba la impresión de sentir hasta los latidos de mi corazón en el clítoris.

Me dejé guiar por ese trance que parecía eterno. Sus labios comenzaron a recorrer mi espalda y solo me faltaba rogarle que me follase ahí mismo. Él lo sabía y yo a duras penas conseguía mantenerme.

Giré sobre mis talones y lo besé, ahí me di cuenta de que toda esa fortaleza que trataba de transmitir se desmoronaba cual castillo de naipes y decidí tomar las riendas del asunto. Lo mire a los ojos y comencé a desabotonarle la camisa con deleite y lentitud ¡ quiz pro quo! A llegar a los pantalones solo me centré en liberar su erección y dejárselos por los tobillos. Saqué un preservativo de mi bolso, rompí el envoltorio mientras le sostenía la mirada y me arrodillé para colocárselo. Con la boca envolví esa polla palpitante de látex y dejé que mi lengua la recorriese varias veces antes de ponerme en pie. ¿Dónde estaba todo es autocontrol? Sonreí con picardía al ser consciente del poder que ejercía ahora sobre el.

En la habitación ya solo se escuchaban los ruidos ajenos de la ciudad, los gemidos provenientes del vídeo porno y nuestras aceleradas respiraciones. Se abalanzó sobre mí y con maestría me depósito en el escritorio para posteriormente palpar mi entrada y embestirme una y otra vez. El orgasmo no tardó mucho en llegar y nos arrolló a ambos por igual.

La noche era joven y nosotros también. Terminamos de desvestirnos por completo, a mí solo me quedaban los zapatos ¿ cómo es que las chicas siempre terminamos desnudas antes que los hombres? Sonreí, el clímax me había dejado ese solpor de felicidad que tanto me gustaba y me tumbé en la cama. Él no tardó en hacerlo junto a mí y juró que me haría pagar la osadía de acelerar las cosas ¡ vaya si lo hizo! Unas horas más tarde y varias culminaciones después sentía el cuerpo laxo y desmadejado sobre aquel lecho desconocido; estaba en paz y mi mente también.

Pero para cuando desperté estaba totalmente sola. De ahí que la luna me pillase vagando a las ocho de la mañana por la capital gallega volviendo a casa. No esperaba rosas y bombones pero sin un polvo mañanero y quizás algún que otro arrumaco ¿ era bueno esperar algo de un calentón nocturno? Aquellas ingenuas lágrimas dejaron de caer para madurar la idea de que un polvo era un polvo, bueno, o que varios polvos eran varios polvos; no obstante; debía aprender que no significaban nada más. ¡ eso sí! Bienvenidos sean los momentos de éxtasis y los placeres de la vida. Miré a mi alrededor e hice un alto en el camino, no iba a ir tan directa a casa; me iba a tomar un buen desayuno... Me lo merecía, o cuando menos me apetecía.

¿Qué os ha aparecido?

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