EL HOMBRE DEL PERIÓDICO V
No tenía forma de quitarme de la
cabeza aquel relato que seguía taladrando mis estímulos sexuales de
cuándo en cuando. No obstante, sabía que tenía que darle alguna
respuesta a mi enigmático hombre de ensueños.
-El relato está bien redactado, no
comprendo mucho el tipo de juego que pretende hacer tu amiga pero
creo que la historia es morbosa.
-¿Eso es todo? Esperaba algo más de
ti pequeña druida.
-¿Qué esperabas exactamente?
-Saber cómo te habías sentido al
leerlo, saber si; como mujer; te había excitado el relato y si te
gustaría llevarlo a cabo en una fiesta.
-¿Por qué me da que no me estás
preguntando tanto a nivel general sino a nivel particular?
-Será porque eres una mujer
inteligente.
¿Qué me estaba insinuando? ¿Me
estaba proponiendo ir a una fiesta subidita de tono? Claro que,
seamos realistas, si me lo propone no le diría que no. Bueno, no
sé, a ese tipo de fiestas me gustaría ir con alguien de confianza y
al hombre del periódico no lo conozco realmente. No sé cómo
actuaría, aunque una parte de mí me dice que no corro riesgos a su
lado, la otra prefiere ser más prudente.
-¿Me estás proponiendo ir a una
fiesta?
-Yo no he dicho eso, aunque parece que
quieres ir.
-Soy una mujer que nunca cierra una
puerta antes de analizarla bien, eso no significa que de ir tuviese
pensado hacerlo contigo. No te conozco.
-¿Te gustaría conocerme?
¿Qué le respondo? ¿Qué puedo decir?
Claro que quiero conocerlo, aunque sea por ver que es un mero mortal
y deshacerme del morbo que me corroe. Supongo que tardé un tiempo
en contestar porque ya tenía una luz parpadeante.
-¿Ya vuelves a estar intermitente?
¿Sabes que esa es una cosa que detesto de ti?
-Eso te pasa por ser tan arrogante y
quererlo todo para el aquí y ahora. Para ser un hombre hecho, tienes
poca paciencia.
-Para ser una mujer tan tímida tienes
una lengua muy larga.
-No lo sabes tú bien. (emoticono cara
de diablo)
-A veces, me gustaría taparte esa boca
contestona que tienes.
-Y a mí atarte de manos y pies para
que no pudieses hacer nada y rabeases cual animal salvaje.
-Eres de armas tomar.
-Y aún no me conoces.
-Hablando de conocernos... no me has
contestado la pregunta de antes.
-¿Qué pregunta?
-¿Por qué no revisas los mensajes?
-Si tanto te interesa solo tienes que
repetir la pregunta y terminas antes.
-No me gusta repetir las cosas.
-Y a mí no me gusta revisar los
mensajes.
-Eres una caprichosa.
-Y tú un altanero.
-Te envío por correo mi skype.
Agrégame.
-¿Conoceré así tu nombre?
-¿Quieres saberlo?
-Sí.
-Pues primero agrégame.
Era un juego inquietante y seductor...
solo necesitaba dejarme llevar. Y lo disfrutaba de una manera tan
pueril y sin trabas que no quería dejarlo estar así sin más.
Solíamos hablar todas las noches, o como mínimo, cuatro noches a la
semana. Era como una especie de ritual en el que hablábamos,
mandábamos audios pero nunca nos veíamos las caras. Ahora me estaba
ofreciendo dar ese paso que llevaba tiempo ansiando y la que dudaba
era yo. ¿Y si esa magia desaparecía? Bueno, la echaría de menos y
ya ¿o no?
... Continuará ...
Comentarios
Publicar un comentario
Muchas gracias por tu opinión porque ese pedazo de tu tiempo me lo has regalado para poder crecer como escritora.
¡Un saludo!
Anya