EL HOMBRE DEL PERIÓDICO II
Ya hacía más de una quincena de la
primera vez que había ojeado aquel periódico y desde entonces, cada
vez que me encontraba con Federicca (la mano amica) soñaba con él.
Había estado tan inmersa en el
trabajo, en hacerle una visita a la familia
y en salir con mis
amigas que no le había dedicado ni un solo momento a los hombres; es
más; hasta tenía olvidadas todas las aplicaciones modo meetic,
tinder, facebook, instagram... Todo lo que podía ayudarme a dar una
vuelta y vuelta a la parrilla, yo, lo descartaba. O cuando menos, lo
pasaba a un segundo plano ¡Soy masoca! Creo que eso nadie me lo
puede negar.
Quise apartar a ese hombre de mi mente
¡Juro que lo intenté! No obstante, mi mente va por libre y me juega
malas pasadas. Esa aura de misterio mantiene en vilo mi libido, de
forma que la pulsión cada vez que sueño con él es mayor. Sería
una maravillosa candidata para un estudio de Freud.
Bueno, a lo que iba, que doy más
vueltas que en fórmula 1. Seguía sin conocer al misterioso
hombre del periódico, sin embargo, no cesaba de leer su columna en
la gaceta donde siempre publicaba artículos.
Yo tenía una amiga que trabajaba en
otro periódico, y sin decirle el motivo, la había hecho indagar. Me
había conseguido todas sus columnas, en las que siempre aparecía la
misma foto ¡esto se estaba volviendo una obsesión! Parecía la
canción de “Aventura”. Seguramente cuando sepa quien es, como no
coincidirá en mis perspectivas mentales, le daré carpetazo al
asunto. Bueno, mi amiga Ruth, se puso a buscar y tiene un contacto en
común con este hombre. ¡Me lo ha dicho hoy! Y yo, a ese contacto,
también lo conozco. Está bien, no puedo decir que lo conozca mucho
pero sí lo suficiente como para poder mandarle una petición de
amistad al Faces. Y así, con suerte, el otro andará en las redes
sociales.
Acabo de abrir la aplicación desde mi
móvil, para hacer lo que acabo de pensar ¡Ahí está! Un bullicio
de adrenalina me recorre de arriba a abajo dejando en tensión mi
estómago ¡para que digan que solo se pueden hacer abdominales en el
gimnasio! Sonrío ante mi ida de olla y grabo la escena a cámara
lenta en mi retina como si se tratase de una película. Bueno, ya
está, solicitud de amistad enviada. Y el caradura de facebook me
pregunta si lo conozco; estuve por mandarle un mensaje y decirle que sí, que
si es en mis sueños lo tengo ya recorrido de norte a sur y de este a
oeste. Que conozco todos sus puntos cardinales y él los míos
aunque no procede. Dejé la aplicación abierta, puse la bañera a
llenarse y le eché espuma. Me preparé una taza de vino tinto y cogí
un libro que tenía a medio leer. Dejé que mi mente se enamorase de
los protagonistas de la novela que tenía entre mis manos, que
pensase que el chico era él y la chica yo, que sintiese que el calor
que ahora recorría mi cuerpo era causado por el suyo y no por el
agua cálida que me envolvía, que lo que recorriese mi boca fuese la
suya y no el vino que atemperaba mi garganta. Yo seguía esperando a
que él aceptase mi invitación; aunque mientras lo hacía, iba a
encargarme de mí misma personalmente. El mundo no iba a parar de
girar... y yo tampoco. Es más, ahora mismo, tenía pensado hacerle
dar vueltas a mi cabeza y no precisamente como la niña del
exorcista.
La novela estaba en el suelo para no
sufrir daños, la alcachofa de la ducha en una mano, mi mano libre
sobre uno de mis pechos, las velas hacían extrañas figuras en el
techo, mi vista estaba semiperdida danzando con esos halos de luz y sobre la silla donde
deposito la ropa está mi móvil... parecía que parpadeaba ¿sería
una notificación? ¡Bah! En este preciso instante eso no era tan
relevante.
...Continuará...
Comentarios
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Muchas gracias por tu opinión porque ese pedazo de tu tiempo me lo has regalado para poder crecer como escritora.
¡Un saludo!
Anya